Cuatro partidos perdidos en línea, cero goles a favor, siete goles en contra y, lo peor, un fútbol diluido y carente de jerarquía, ambición y efectividad, es solo parte del balance de Junior en Copa Libertadores que también compromete seriamente su participación en Sudamericana.
Tras la obtención de 10 puntos por parte de San Lorenzo en la noche de ayer y la caída por goleada ante Palmeiras 3 por 0 Junior cerró cualquier posibilidad matemática y el milagro de que dependía para seguir con vida en la más importante competición suramericana.
Junior arrancó perdiendo en casa ante un Palmeiras que nos adoptó y reafirmó hoy su paternidad sobre el cuadro barranquillero; revivió a un San Lorenzo muerto, cayó ante un mediocre Melgar de Perú y llegó a Brasil golpeado anímicamente a intentar una gesta heroica en medio de una crítica anemia de victorias y de goles.
El juego estético y la imagen que a nivel continental construyó el equipo, luego de su participación en Copa Sudamericana el año anterior, se derrumbó por la ausencia de un 10 que reemplazara a Jarlan Barrera, el no funcionamiento de la contratación estelar del fútbol colombiano solicitada por el técnico Suárez y el bajísimo nivel e insulso aporte de fichas claves en el engranaje del equipo como Víctor Cantillo y Luis Díaz, quien en competiciones internacionales sigue en deuda con la afición barranquillera.
Palmeiras le dio una lección a los hombres de Junior: Lo que vale en el fútbol son los goles y no tocar y tocar intrascendentemente sin que nadie tenga las agallas de intentar rematar al arco.