Juan Manuel Santos aseguró este viernes que a sus adversarios políticos los invitaría a cenar a su casa y les daría la mano porque el mundo necesita empatías como una manera de reducir las diferencias.
‘El mundo necesita empatías para disminuir la polarización que están generando tantos problemas. Uribe, Maduro, Timochenko, tendría con ellos la mejor relación si hubiese empatía de doble vía, así pensemos opuesto’, confiesa en una visita a la Ciudad de México.
Santos, cree que dos de sus líderes, Iván Márquez y Jesús Santrich, rompieron el acuerdo de paz porque están involucrados con el narcotráfico y podrían ser reclamados por la justicia de Estados Unidos, pero no se extiende en el tema.
‘La paz se divide en dos fases. Primero se desarman, se reintegran a la vida social, y luego lo más difícil, la reconciliación, sanar heridas a las que le han puesto sal durante 54 años. Eso toma tiempo y lo estamos iniciando’, considera.
Un año después de haber dejado la presidencia, Santos dedica tiempo a su familia y a recuperar lecturas, sobre todo de biografías, su obsesión. Sin embargo no está ajeno a la realidad de su país, que ve cada día más hacia adelante.
Aunque defiende la paz, Santos no es del estilo de Mahatma Gandhi. Cree que el pacifismo puro y simple raramente triunfa. Por eso le lanzó bombas a las FARC y eliminó a varios de sus líderes, pero cuando se sentó con ellos, lo hizo como si fuera de su familia.
‘A pesar de que habíamos sido enemigos estábamos en la misma canoa y remando en la misma dirección; el se comprometió con la paz, yo también. El ‘balígrafo’ fue idea de mi ministra de Educación (Gina Parody), está escrito en él que en la guerra usamos las balas pero ahora la educación nos da la paz’, recuerda.