No importan los gritos, la lucha, un esqueleto acechante o el lado oscuro de un garabato que intimide. La vida cada año en el ceremonial de la muerte saca sus fuerzas desde lo más profundo y da la pelea en las calles históricas del municipio de Soledad.
El ritual comienza desde la casa de la reina del Carnaval hasta llegar a la Plaza San Antonio de Padua. Allí se desata el combate en el que su majestad siempre vence a la muerte.
«Aquí lo que reivindicamos es que la muerte combate con la vida pero siempre es la vida la que triunfa. Esta es una tradición que data del siglo 18 impuesta por la iglesia Católica, es un sincretismo que usaba para que los indios, esclavos y mestizos no le temieran a la muerte», explica Fernando Ferrer.
Él hace 22 años se puso en la tarea de rescatar esa tradición que es el preámbulo para dar apertura oficialmente a las fiestas del Carnaval en Soledad y el departamento del Atlántico. Pero ¿cómo llegó el Ceremonial de la Muerte a ser un ícono de la tierra de la butifarra y el merecumbé? Conozcamos más de sus orígenes.
«Esa tradición de la danza del diablo se vivió en la orilla del río Magdalena pero fueron los españoles, los dominicos los que en las noches y días de corpus Cristi simulaban este combate», añadió el investigador.
En este enfrentamiento la reina no está sola.
Sus pasos reales batallan al ritmo del garabato que este año interpretarán cerca de 300 músicos usando, cual armas de la gozadera, a los instrumentos como el alegre, la tambora, el llamador, el guache y la flauta de millo.
Y es que este año la misión no está nada fácil para la reina Milena Vidal Donado. Son 87 actores del Carnaval personificando a la temida muerte con quienes deberá danzar este 20 de enero en un recorrido que iniciará a las 8 de la noche con el asalto a su vivienda y de allí, del barrio Hipódromo, partirá prisionera luchando con alegría en un maravilloso desfile nocturno.
«Y no hay mejor forma que comenzar con estas fiestas que rindiéndole un homenaje a la vida y a la muerte. No será una tarea fácil pero tengo una excelente arma con buen filo que es el amor por lo nuestro, esa alegría con la que voy a destrozar a tantas muertes», comentó emocionada la reina de la población.
Con el semillero de pequeños actores del Carnaval se garantiza que el ceremonial de la muerte continúe vivo en la tradición cultural del Atlántico.
Mario Escorcia, con sus 10 años cuenta con orgullo que desde que era un bebé ya tenía la responsabilidad de representar a la muerte.
«Asustó a la gente, me siento alegre porque estoy participando en el Carnaval y ver feliz a mi familia», dijo minutos antes de danzar con total propiedad.
Unos de los gritos más aterradores en este ceremonial los lanza Mónica del Toro una muerte muy particular…
Con su desparpajo y el Carnaval que le corre como sangre de colores por las venas Mónica comparte el que se convierte en el gran mensaje de las fiestas:
«Les digo que se disfracen para que les cambié la vida y tengan algo en qué pensar. Aunque me disfrace de muerte, prefiero la vida porque es lo más lindo».
Espere la próxima semana en nuestra gran Ruta de la Tradición un recorrido por el municipio de Puerto Colombia. ¡Carnaval del Atlántico, donde todo comenzó!