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Moteles en Cuarentena: hecha la ley, hecha la trampa

Distanciamiento social. Durante la pandemia por el coronavirus mucho se ha hablado de esta medida para prevenir el contagio. Pero para los amantes, las parejas, los tríos y todos aquellos que disfrutan del sexo en la complicidad de una habitación de motel, esta restricción ha sido una de las más difíciles de aceptar. Y no solo para ellos por la necesidad de sus cuerpos… también para los empresarios, para los dueños de estos negocios quienes han sentido un golpe bajo ya no en el amor sino en el bolsillo.

Durante varias semanas un equipo periodístico de Atlántico en Noticias visitó varios de estos establecimientos que siguen funcionando muy a pesar de que está prohibido. Hecha la ley, hecha la trampa: así lo cuenta Paola*, una trabajadora sexual del Centro de Barranquilla, quien reveló detalles de cómo ingresan a las residencias de manera clandestina.

«Han censurado algunos pero otros sí están abiertos al público. Aparentemente están las puertas cerradas pero ellos conocen a las trabajadoras. Nosotros nos aliamos con ellos, los de los moteles, ellos son los que nos han orientado que entre uno y después el otro, para estar pendiente cuando esté la Policía y manejarlo con discreción», contó al interior de una habitación sencilla.

Dijo que «uno que otro policía que acepta sobornos o bebidas como uno de apellido Suárez quien es visto con mucha frecuencia en el sector. «Ellos están viendo lo que está ocurriendo», sentenció.

La dinámica es la misma: antes de ingresar los vehículos, por una pequeña ventana hay un trabajador oculto quien se asoma cuando el carro pita, el conductor da la vuelta para despistar y así le permiten el ingreso. A pocas cuadras, los trabajadores se sientan en el andén y merodean la zona, ante la mínima señal salen corriendo y en cuestión de segundos los clientes ya están dentro de una de las llamadas cabañas.

José Antonio Rubio es un taxista desde hace 30 años. También da cuenta de este secreto a voces.
«Eso se maneja con mucha prudencia, la pareja pregunta y uno le dice dónde está uno u otro. Hay varios sectores donde están funcionando a ciertas horas como desde las 3 de la tarde en adelante”, dijo.

De acuerdo con Edgardo Montagut, vocero del gremio congregado en Asorremo, asociación de moteles y residencias de Barranquilla, hay en total 800 de estos establecimientos distribuidos principalmente en zonas como Juan Mina, alrededores del Estadio Metropolitano y el Centro de la ciudad. Admite que sí es de su conocimiento el funcionamiento ilegal de los negocios.

“Es un error el que lo esté haciendo. Yo los entiendo porque el Gobierno no está ayudando en nada, yo sé que hay muchos que echaron a sus empleados”, advirtió cuestionando que “¿no es peor esto, no es peor permitir esto clandestino porque la necesidad los obliga”.

Informó que solo en un día un negocio mediano atendía a 200 parejas en promedio, hoy sin operar deben pagar hasta 20 millones de pesos en el servicio de energía eléctrica. Es por eso que insiste en que a este sector económico hay que darle apertura pues, además, desde siempre han cumplido con todas las medidas de bioseguridad.

“Nosotros somos los que menos debemos tener problemas, tenemos un muy buena línea de aseo. En un hotel se alquila por 24 horas una habitación, nosotros hasta cinco veces en el día y hacemos igual número de veces el aseo con hipoclorito no con cloro”, resaltó.

Lo dicho por Montagut es respaldado por taxistas quienes coinciden en que las pérdidas incluyen a otros sectores como el transportador.

“Ese es otro error del Gobierno porque los moteles siempre fuera de la pandemia trabajan con una higiene poderosa”, comentó José Rubio.

Y mientras este sector espera reactivarse cuanto antes a pesar de que algunos sigan haciéndolo en la ilegalidad y con la complicidad y silencio de quienes deberían ejercer autoridad, el Distrito da a conocer operativos con la patrulla Covid con algunas multas y comparendos a estos negocios mientras que a pocos metros hay empresarios que tienen varios de estos sitios en operación sin ningún tipo de restricción.

Atlántico en Noticias insistió en conocer qué dice el Distrito al respecto pero nunca obtuvo respuesta.

Mientras tanto los clientes como Paola siguen haciendo uso de las camas y las habitaciones por 20 mil pesos la hora, y con venta y consumo de bebidas alcohólicas sin control y a pesar de la defensa de los comerciantes, sin ningún tipo de medida sanitaria.

“Los mismos dueños deberían dotar a los trabajadores porque he visto que les ha tocado comprarlos, a veces no tenían y si los tenían puesto no es con las medidas. Incluso han optado por dejarlos viviendo en los negocios”
*Nombre cambiado para proteger su identidad.

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