Entre lágrimas, oraciones y un silencio sobrecogedor apenas roto por espontáneos aplausos y un mar de teléfonos móviles que buscaban captar el momento histórico, el mundo despidió este sábado 26 de abril de 2025 a Jorge Mario Bergoglio, el primer papa latinoamericano. La ceremonia, marcada por la solemnidad del rito y la emoción de un legado inolvidable, selló el adiós definitivo al pontífice.
Tras la santa misa exequial presidida en la Plaza de San Pedro por el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, el cortejo fúnebre trasladó el féretro hacia la Basílica de Santa María la Mayor, uno de los lugares más queridos por Francisco. Allí, en el santuario mariano más antiguo de Occidente, reposarán sus restos, cumpliendo su deseo de descansar junto a la imagen de la Virgen que visitó discretamente en momentos claves de su pontificado.
A lo largo del recorrido desde el Vaticano hasta la basílica, las autoridades estimaron en más de 150.000 las personas que se congregaron para dar el último adiós al papa Francisco.
El dispositivo de seguridad y logística desplegado fue tan imponente como discreto. Más de 10.000 personas trabajaron en el operativo, incluidos 4.000 efectivos policiales, 2.000 agentes de tráfico y 4.000 voluntarios. La vigilancia incluyó francotiradores en los tejados, unidades caninas, patrullas fluviales en el Tíber y helicópteros y drones sobrevolando el perímetro. Además, se activaron unidades antiterroristas y sistemas de detección de explosivos y sustancias peligrosas.
Por primera vez en una ceremonia papal, se utilizó tecnología RCD anti-drones para interceptar amenazas aéreas, mientras dispositivos «jammer» bloqueaban señales de móviles sospechosos como medida preventiva ante eventuales atentados tecnológicos.
En el plano sanitario, el sistema «Ares 118» desplegó 50 ambulancias, 6 puestos médicos avanzados y más de 20 unidades de bomberos para garantizar una rápida atención ante cualquier emergencia entre la multitud.
Ya en Santa María la Mayor, la ceremonia de inhumación se realizó en privado. La tumba, de mármol de Liguria, lleva únicamente la inscripción «Franciscus» y una reproducción de su cruz pectoral. Se encuentra en un nicho de la nave lateral, junto al Altar de San Francisco, entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza.
Según informó la oficina de prensa de la Santa Sede, el rito de inhumación comenzó a las 13:00 horas y concluyó a las 13:30, siguiendo las prescripciones del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis y en presencia del cardenal camarlengo, familiares del pontífice y miembros de la Curia.
Así, en un clima de fe, respeto y profunda gratitud, la Iglesia y el mundo despidieron a un pastor que marcó su época con humildad, compasión y un firme llamado a construir puentes.