“Alegría, Cocaaaá, Caballito…”.
Fue en el barrio Abajo, en la ciudad donde la alegría se come, el sitio donde gracias a asentamientos de negritudes comenzaron a conocerse manifestaciones del Carnaval, inspiradas en la cultura afrodescendiente.
Y si bien se popularizó la comparsa de las Negritas Puloy del barrio Montecristo a partir de la década de los 60 es desde las entrañas del barrio Abajo donde la historia misma revela que fue gracias a una callecita- donde nacieron las negras del Carnaval de Barranquilla. ¿Sabe por qué? José Ignacio ‘el pavo’ Cassiani, rey Momo de 2008, primero nos cuenta cómo llegaron las negritudes a este tradicional barrio.
“Cuando vinieron los afrodescendientes de Cartagena vinieron a hacer carreteras de hierro que comenzaban los muelles de Salgar y Sabanilla. Ellos hicieron los rieles que llegaban a la estación Montoya e hicieron su asentamiento en la parte de atrás de la iglesia Sagrado Corazón que era conocida como calle Topacio (carrera 53) con Felicidad que viene siendo la 48”, explicó.
Es así como el asentamiento afro en el barrio Abajo dio origen a la Calle de las Tusas, desde donde se fue cocinando el disfraz de la negra palenquera al ritmo de la preparación de sus dulces como la alegría, cocá y caballito que con sabrosura pregonaban con palanganas en sus cabezas al ofrecerlos de casa en casa.
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¡Pero que quede claro! Las negras del barrio Abajo no son las mismas Negritas Puloy que desde 1984 comenzaron a participar en los desfiles.
“No se llamaba negrita Puloy sino las negras palenqueras que usaban la basura del millonario y hacían unas máscaras exagerando los ojos, la boca, la oreja. Las negritas Puloy nacen en Montecristo inspirados en la imagen de un detergente venezolano”, aclara ‘el Pavo’. Angélica María Herrera, directora del Cipote Fandango Infantil y de la comparsa Kininí DANZA NEGRA infantil y juvenil, una de las cinco danzas de mapalé que hoy día se presentan en los desfiles en nombre del barrio Abajo recuerda con orgullo el pregón en la calles de las tusas.
“Nuestros encuentros también trajeron sabor, cultura y participación gastronomica, no solo era trabajar”, comentó.
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Y ese aporte de las negritudes al barrio Abajo y al Carnaval se fue mezclando como el millo, coco y anís para deleitar con la riqueza de sus comidas. Josefina Cassiani, es toda una institución a la hora de hablar de los platos que convierten al sector en un destino turístico y gastronómico.
Es así como el sancocho de Guandú, logró ser reconocido por el ministerio de cultura por mantener la tradición oral.
Y cómo es el barrio debajo de hoy día. ¿Cuál es el aporte vivo que hace al Carnaval de Barranquilla cada año? Espere la respuesta en nuestra próxima entrega.