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Habrá más huracanes este año de los pronosticados inicialmente

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Hace poco más de tres meses, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) anunciaba un 40% de probabilidades de tener en 2023 una temporada de huracanes casi normal, con entre 12 y 17 tormentas con nombre. El panorama ha cambiado notablemente.

NOAA hizo el jueves una corrección al alza de su previsión de mayo al señalar que ahora existe un 60% de probabilidades de que la temporada de huracanes rebase su cifra normal y tengamos entre 14 y 21 tormentas con nombre. En un año considerado normal se producen unas 14, de media.

El nuevo pronóstico de la NOAA no incluye trayectorias de las tormentas ni los lugares que serán afectados, pero advierte que entre 6 y 11 serán huracanes, cifra que eleva la previsión anterior de 5 a 9. La actividad normal serían 7 huracanes.

La agencia prevé que entre 2 y 5 huracanes serán de categoría 3 al menos, con vientos superiores a 110 millas por hora (177 kilómetros por hora), que supone uno más que las predicciones previas. En un año normal se registran tres huracanes de categoría 3 o superior.

El pronóstico de una medición importante llamada Energía Ciclónica Acumulada —que considera el número de tormentas, su potencia y su duración— duplica lo que serían las cifras normales en un año, dijo la NOAA.

¿A qué se debe el aumento de la probabilidad de más tormentas y huracanes?

Una intensa temporada como la prevista significa que “se duplica la probabilidad de que un huracán toque tierra en la costa este de Estados Unidos”, explica Matthew Rosencrans, meteorólogo principal para la temporada de huracanes en el Centro de Predicción del Clima, perteneciente a la NOAA.

Los cambios en el pronóstico se deben fundamentalmente a las temperaturas récord registradas en los océanos y el retraso de los efectos de El Niño.

Las persistentes temperaturas elevadas en el Atlántico norte, que están relacionadas con el cambio climático, son un factor clave para modificar al alza el número de tormentas pronosticadas porque el calor ha sido mayor y ha durado más de lo previsto inicialmente, dijo Rosencrans.

La temperatura del agua en la principal región donde se forman las tormentas —una zona entre el extremo occidental de África y el Caribe— rebasó en 2.2 grados Fahrenheit (1.2 grados Celsius) el nivel normal, y es la más alta desde que comenzaron a llevarse registros en 1950, refirió el experto.

Las aguas cálidas son el combustible de los huracanes. La tormenta adquiere mayor humedad, tiene más saturación y es más potente.

Otro factor han sido “los efectos retrasados de El Niño en el Atlántico”, indicó Rosencrans.

El Niño, un calentamiento natural de las aguas del Pacífico central que afecta a la meteorología de todo el mundo, normalmente reduce la actividad de las tormentas debido a que sus vientos cruzados y sus aires descendentes tienden a ahogar las tormentas. Aunque El Niño se está avivando en el Pacífico, sus efectos no se han presentado aún en el golfo de México y el Atlántico.

Cortesía: Univisión Noticias

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