La suspendida presidente de Brasil, Dilma Rousseff compadeció este lunes ante la Cámara Alta y respondió a cada una de las acusaciones de los senadores, y negó los cargos en su contra.
Rousseff dijo que el futuro del país está en juego en su juicio político, y afirmo que la oposición está inventando cargos en su contra para “destruirla y retrotraer los avances sociales logrados en los últimos 13 años”.
La presidenta se presentó en el Senado para defenderse de las acusaciones de violar las leyes presupuestarias del país.
Durante el discurso Dilma Rousseff negó reiterativamente los cargos y recordó la persecución de la cual fue víctima de la dictadura militar de 1964.
La mandataria aseguro que el juicio que se desarrolla en su contra paralizó la política, para derrocarla y proteger los intereses de las clases privilegiadas del país.
«Lo que estamos a punto de presenciar es una violación grave de la Constitución y un verdadero golpe de Estado. (…) Yo no cometí los delitos de los que se me acusa arbitrariamente», dijo Rousseff, quien advirtió que un gobierno conservador reduciría drásticamente el gasto en programas sociales, revirtiendo los avances en la lucha contra la pobreza.