
En el mismo día en el que el partido demócrata alcanzó mayoría parlamentaria en el senado con los triunfos en Georgia de Raphael Warnock y Jon Ossoff sobre Kelly Loeffler y David Perdue, respectivamente, partidarios del presidente Donald Trump irrumpieron en el capitolio norteamericano donde sesionaban conjuntamente senado y cámara para certificar los resultados del colegio electoral que otorgan el triunfo a la presidencia de Joe Biden.
Tras la violenta irrupción al recinto de la democracia estadounidense la sesión del congreso y el proceso de certificación electoral debieron suspenderse mientras miembros de las cámaras baja y alta eran evacuadas por el riesgo que el asalto representaba para su seguridad personal.

Atizados por el discurso incendiario de no reconocimiento del triunfo de Biden; de permanente apelación pública a un fraude electoral que no pudo probarse ante las instancias pertinentes; de no disposición a la transición pacífica del poder; de descalificación como «debiles» de los congresistas republicanos partidarios de la ratificación de la fórmula Biden-Harris y de instigación a que el presidente del senado y vicepresidente del país, Mike Pence, rechazara y no certificara el triunfo demócrata, los partidarios de Trump optaron por defender su permanencia en la Casa Blanca a través de la violencia.

No obstante, en un acto de cordura y de respeto por la Constitución, Pence descartó detener la certificación del triunfo de Joe Biden al señalar en un pronuncianiento: «La Constitución me impide reclamar autoridad unilateral para determinar qué votos electorales son válidos y cuáles no».
La toma del recinto de la democracia norteamericana y la suspensión del conteo se dio después de que legisladores republicanos objetaran la victoria de Biden en Arizona y retrasaran la certificación de su triunfo en las elecciones presidenciales.
Poco después de la 1 de la tarde en Washington, los manifestantes atravesaron las barreras que protegen el perímetro del Capitolio donde se enfrentaron a efectivos policiales antidisturbios a quienes al atacar tildaban de » traidores». Luego de más de una hora de forcejeos, los manifestantes entraron al edificio rompiendo incluso ventanales y efectivos federales debieron ser desplegados.

Como consecuencia de los desmanes sin precedentes
la ciudad de Washington estará bajo toque de queda a partir de las 6 de la tarde y hasta las 6 de la mañana según anunció la alcaldesa Muriel Bowser. Además, la Guardia Nacional de la ciudad fue activada según relató Jonathan Hoffman del pentágono, mientras que se determinó que la respuesta de las fuerzas del orden público estará dirigida y coordinada desde el Departamento de Justicia.



