Un 12 de mayo que debía ser de celebración terminó convertido en una pesadilla para Juana María Olivo De la Hoz, una mujer de 36 años, madre de tres hijos, quien hace exactamente un año fue víctima de un brutal ataque con aceite caliente en plena vía pública, mientras observaba una discusión entre familiares.
“Ese día estaba compartiendo con mi familia al frente de mi casa. Mi sobrina y su esposo tenían una venta de fritos en la esquina. De un momento a otro, en medio de una discusión con otra persona, él agarró el sartén y me lo lanzó sin motivo. Me quemó los senos, el abdomen, la pierna, la espalda y el brazo”, relató Juana con visible dolor.
El ataque le provocó quemaduras de segundo y tercer grado en el 70% de su cuerpo. Fue trasladada de urgencia a la Clínica Reina Catalina, donde permaneció 70 días en la UCI de quemados, sometida a más de diez cirugías.
“Cuando llegué al hospital San Ignacio, grité: ‘¡me estoy prendiendo!’. Me tuvieron que cortar la ropa, estaba pegada a mi piel. Los médicos actuaron rápido, pero allí no había unidad de quemados y me trasladaron a la Clínica La Merced. Fueron dos meses y diez días muy duros”, cuenta.
Además de los injertos de piel que recibió en el abdomen, senos y piernas, Juana enfrentó un fuerte colapso emocional. “Estuve a punto de quitarme la vida. Sentía que no valía nada, que mi cuerpo ya no era mío. Pero mis hijos fueron mi fuerza. Por ellos le pedí a Dios que me ayudara a levantarme de esa cama”.
Hoy, un año después, sus heridas físicas comienzan a sanar, pero las emocionales siguen abiertas. Juana denuncia que su agresor, identificado como Brayan Morales, continúa libre, sin haber sido judicializado.
“Alzo mi voz para que este caso no quede impune, para que no haya una mujer más maltratada. No entiendo por qué yo, que no tenía nada que ver, soy la que está sufriendo. Mi cuerpo es el testigo, mi piel está marcada para siempre”, expresa con firmeza.
Juana, quien trabaja en la cafetería de un gimnasio, afronta sola los gastos de sus tratamientos. Necesita cremas, terapias y apoyo psicológico, pero sobre todo, justicia.
“Ya basta que las mujeres sigamos siendo víctimas. Mi cuerpo habla por sí solo. ¿Qué más testigos quieren?”, reclama.
Si deseas ayudar a Juana con su tratamiento y proceso de recuperación, puedes comunicarte con nosotros. Esta madre valiente te lo agradecerá.