El pánico se apoderó en junio pasado de los presos, personal de guardianes y funcionarios del área administrativa de la Cárcel Modelo de Barranquilla.
En el pico de la pandemia, el Covid-19 llegó al centro de reclusión y se temió lo peor.
Los casos aumentaban exponencialmente mientras en cárceles como las de Villavicencio y Leticia comenzaban a superar los casos positivos.
El mayor temor se generaba por el hacinamiento. El penal tiene una capacidad para 450 internos y habían 860.
«La situación se puso bastante preocupante. Todos los funcionarios estábamos nerviosos porque pensamos que la situación iba a estar grave. Sobre todo por tantas muertes que habían a nivel mundial. Nosotros prácticamente estábamos solos. No teníamos los elementos necesarios de bioseguridad. No había tapabocas, no había guantes. No había elementos para este tipo de situaciones. Estábamos asustados, era la realidad», dijo Milton Aníbal, Distinguido del Inpec, en la Modelo.
Al cuerpo de guardianes de la Modelo de Barranquilla llegó de la cárcel de Villavicencio la información de cómo se había superado la emergencia sanitaria en la capital del Meta. Era la milagrosa moringa.
“La esperanza se nos da porque al mirar lo de la cárcel de Villavicencio. Empezamos a indagar cómo ellos habían superado el Covid. Nos comunicamos con ellos y recibimos sus sugerencias», indicó Milton Aníbal.
En Barranquilla, personal de guardianes siguió las recomendaciones. “Optamos por seguir las instrucciones de Villavicencio darle todos los días esas bebidas calientes de moringa, jenjibre, panela y limón y darle a todos los internos dos veces al día».