Al acecho, persiguiendo a las aves de carroña, así como ellas abren sus plumas para proteger su comida descompuesta, cuenta la historia que Apolinar Polo hace casi medio siglo se iba hasta el monte en su pueblo a ver la ronda de gallinazos al punto de apasionarse tanto para anidar en 1978 la danza de los Goleros de Sabanalarga.
Su hijo Gastón Polo, heredero de esta tradición, cuenta cómo todo comenzó.
«Él se escondía en el monte detrás de los matorrales y veía como se peleaban la mortecina. Cómo llegaban, quién llegaba primero, cómo en la ronda de goleros le hacían la venía al rey. Así iba captando todos esos movimientos y en 1978 reunió a un grupo de jóvenes para hacer la coreografía», recordó.
Y fue esa experiencia sacada de la naturaleza la que hoy con ocho personajes involucra tanta magia y poesía que hasta un burro y los pichones se enfrentan a un rey a declamar poemas en cada presentación.
«Son ocho personajes principales: el rey, el alguacil, la Laura, los goleros negros o rasos, el perro, el cazador, el burro y los pichones. Mi padre junto a un vecino que era poeta hicieron los versos para cada uno», añadió.
Pero el maestro Apolinar Polo no solo dejó el legado de los goleros con 101 años de historia en el Carnaval, junto a los diablos Arlequines de Sabanalarga se convirtieron en las danzas que permitieron declarar la fiesta como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad ante la Unesco.
Argelio Consuegra, uno de los fundadores de la Guacherna del Caribe en Sabanalarga así lo destaca.
«El orgullo que tenemos es que los diablos y los goleros hicieron parte del brochure que fue a la Unesco gracias a un gran maestro de maestros de la danza: Apolinar Polo, quien murió pero nos dejó las danzas más tradicionales del Carnaval», contó emocionado.
Esos diablos que lanzan bocanadas de fuego en un ceremonial han obtenido 40 congos de Oro en el Carnaval de Barranquilla.
Exponen con orgullo en la sede de su fundación innumerables reconocimientos nacionales e internacionales por danzar con castañuelas y saltando sobre botellas en esta, una de las danzas de relación más icónicas de la fiesta.
Danilo Viloria, uno de los danzantes, explica cómo es la tarea de botar fuego por la boca, el acto más llamativo de su presentación.
«Primero debemos ensayar con agua, luego con queroseno, el gas, se amarran con hilo siete fósforos y cuando los prendemos lo hacemos con una distancia prudente entre la boca y la mecha. Luego se lanza con todas las fuerzas el aire que tengamos en el diafragma, lo soltamos y sale el fogonazo», explica diciendo que siempre está latente el miedo por temor a que el fuego tan cerca a la cara les queme las cejas o pestañas.
Con sus 35 años de historia, la Guacherna del Caribe con sede en Sabanalarga, pleno centro del Atlántico, este 15 de febrero a las 7 de la noche promete una fiesta sinigual con la presencia de 180 agrupaciones folclóricas de la Región y el país y más de 30 mil espectadores.
Espere mañana un viaje en nuestra ruta de la tradición a la tierra de la ciruela, el chicharrón: Baranoa.
Carnaval del Atlántico, ¡donde todo comenzó!