Selecta es la galería de atletas que han engrandecido el nombre de Barranquilla y lo han puesto en las más altas cumbres del deporte en el territorio colombiano, a lo largo de la historia.
Los solos nombres remueven los hilos de la nostalgia y nos hacen recordar sus vibrantes proezas: Helmut Bellingrodt y Clemente Rojas con sus preseas de plata y bronce, en ese orden respectivo, en los Juegos Olímpicos de Munich 1972; Baby Sugar Rojas, monarca del mundo de boxeo en 1987, y Édgar Rentería, dos veces campeón de las Grandes Ligas (1997 y 2010).
Entre otras figuras de relevante trascendencia deportiva también tiene su sitial en la selecta galería Tomás Arrieta, extraordinario pelotero en cuyo honor, y en tiempo récord de 92 días, entre el 23 de agosto y el 25 de noviembre de 1946, fue construido el diamante de béisbol –bautizado con su nombre- para que sirviera de escenario de los V Juegos Centroamericanos y del Caribe, celebrados en diciembre de ese mismo año, en Barranquilla.
Aunque son pocos los datos que la historia conserva de Tomás Arrieta (no hay registro exacto de su fecha de nacimiento ni de su palmarés en el béisbol activo), de lo que sí no cabe la menor duda es de su grandeza deportiva.
El maestro Chelo De Castro, patriarca del periodismo deportivo de la Región Caribe colombiana, no duda en aseverar que “por algo a Tomás Arrieta se le bautizó ‘El Hombre Team’, porque jugaba, y muy bien jugadas, las nueve posiciones del béisbol. Fue eficaz como cátcher; en la primera y segunda base sobresalió; como short stop y en el outfielder tuvo desempeños loables. Además de su notable trabajo en los campos beisboleros, Tomás Arrieta brilló en todo momento por su humildad, caballerosidad e hidalguía. No ha existido un pelotero más completo que él”.
De acuerdo con el periodista e historiador Ahmed Aguirre Acuña, Tomás Arrieta Gambín –como era su nombre de pila- fue uno de los 14 hermanos de la familia Arrieta Gambín, en la que todos sus integrantes practicaron disciplinas deportivas.
Escribió en cierta ocasión el periodista Ernesto McCausland, en una de sus muy leídas columnas en El Heraldo, que Tomás Arrieta “fue un beisbolista que marcó la historia de Barranquilla y el país, pues en 1945 consiguió ser el primer deportista colombiano en jugar en una liga del exterior, pero murió un año después, en 1946, por una neumonía”.
Efectivamente, Tomás Arrieta inscribió su nombre como el primer pelotero en jugar en el extranjero cuando formó parte de una novena de San Antonio del Táchira.
Afirma Ahmed Aguirre que “se convirtió en el delirio de las multitudes, ídolo de una afición, el centro obligado de consultas, simpatías y afectos”.
Y así como Helmut Belingrodt se convirtió en el deportista en abrir la brecha de las medallas para Colombia en los Juegos Olímpicos, Tomás Arrieta hizo posible que otros jugadores como Carlos ‘Petaca’ Rodríguez, Pedro Meriño ‘Doble feo’ y su hermano Rafael ‘Capi’ Arrieta fueran parte de equipos de Venezuela en el profesionalismo.
En la posición de lanzador, Tomás Arrieta integró varias veces la Selección Colombia. Tanto los periodistas como los aficionados de su época no dudaron en ponderar sus excelsas condiciones de pitcher.
Durante siete décadas el nombre del estadio de béisbol de Barranquilla, ubicado en la intersección de las carreras 54, la calle Murillo y la Vía 40 en el barrio Montecristo, llevó el nombre de Tomás Arrieta. Ahora, al construirse el estadio Édgar Rentería, con mayor cobertura y capacidad y con su amplio museo, tendrá su lugar privilegiado el inolvidable Tomás Arrieta.