Como muy delicada fue catalogada la situación de los docentes del sector oficial en el Distrito de Barranquilla y el Departamento del Atlántico. En estos dos entes territoriales no existen condiciones para el reintegro a las aulas a partir del 1 de agosto. Sólo en los últimos 10 días, que se conozca, han muerto ocho (8) docentes, la mayoría de ellos en Barranquilla y los restantes en el Área Metropolitana.
«Y no es cuestión de exageración, a pesar de ser quintuplicada por Bogotá en número de habitantes, Barranquilla la duplica en número de casos por millón de habitantes (4.810) y casi la cuadriplica en número de muertes por millón (208) y tiene una letalidad (4,3%) mayor a la promedio del país (3,25). Atlántico no se queda atrás y es la tercera en casos por millón (2.078) después de su capital y de Bogotá (2.213) a quien supera en muertes por millón de habitantes (68 contra 53). Como motivo aún de mayor preocupación Barranquilla está incluso por encima del segundo país en el mundo (Brasil) que tiene 4.180 casos por millón y 207 muertes por millón de habitantes», expresó en un comunicado el expresidente de Adeba Alberto Ortiz Saldarriaga.
Añade la denuncia que «en esta situación y con una altísima ocupación de camas hospitalarias, hay, además, un número indeterminado de docentes en situación de salud delicada en UCI (Unidades de Cuidado Intensivo) lo que podría aumentar las cifras trágicas. Y aun cuando no se puede incurrir en la irresponsabilidad de afirmar que todos los decesos se hayan producido a raíz del COVID-19, lo cierto es que a la par de la pandemia, las presiones y el estrés también se están convirtiendo en una causa de morbilidad y mortalidad tan letal como el mismo coronavirus. Los casos de alteración de presión, la hiperglicemia y los infartos, por razones emotivas, están al orden del día, mientras que no se toman medidas administrativas».
«Lo lamentable es que todas estas situaciones eran de alguna medida evitables, pero se ha colocado el cumplimiento de un cada vez mayor número de obligaciones impuestas por encima de la preservación de la salud y la vida de los educadores. La situación demandaba desde un principio la adopción de medidas que se solicitaron públicamente, pero se optó por el manejo de un doble discurso que hablaba de flexibilidad, al tiempo que aumentaba niveles de exigencias a rectores, coordinadores y maestros. Se ha venido advirtiendo y requiriendo darle atención y prevalencia a la salud física y mental de los docentes, pero nadie ha querido escuchar», puntualiza el comunicado.