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“Gracias a Dios y al SENA hoy tengo una casa nueva, una bendición”: Ana Cortés, beneficiada del barrio El Bosque

Durante más de un año una familia barranquillera vivió en una casa sin techo, por un fuerte aguacero. Hoy vuelven a sonreír con su vivienda soñada, reconstruida por aprendices del Nodo de Construcción del SENA Atlántico.

Año tras año, el SENA contribuye al desarrollo social y técnico de los trabajadores colombianos, ofreciendo y ejecutando la formación profesional integral, para la incorporación y el desarrollo de las personas en actividades productivas que favorezcan a la transformación social, económica y tecnológica del país.

Bajo esta misionalidad, en el SENA Atlántico se han desarrollado proyectos que han transformado la vida de los atlanticenses desde diferentes ámbitos, y el de la familia Cortés del barrio El Bosque es uno de ellos. Hace algunos meses, y gracias a la llamada de Yarelis Montes, líder comunal del barrio, a la emisora ‘Atlántico en Noticias’, se conoció la preocupante historia de Ana María Cortés y su familia (conformada por 6 niños y 4 mujeres adultas), quienes, por las inclemencias del clima desde el año 2022 vivían en una casa sin techo, deteriorada, con grietas, en un estado realmente preocupante.

Esta circunstancia hizo eco en Jacqueline Rojas Solano, directora de la regional, y a través del Nodo de Construcción del Centro Industrial y de Aviación se materializó la estrategia de aprendizaje por proyecto ‘Construimos felicidad’, cuyo objetivo principal era lograr una vivienda digna, donde todos estuvieran protegidos.

Para hacer posible el desarrollo de este proyecto, se aunaron esfuerzos, el SENA Atlántico participó con 10 instructores técnicos, que incluían arquitectos e ingenieros, además, 30 aprendices de los programas de Construcción del Centro Industrial y de Aviación, quienes fortalecieron sus competencias técnicas, y sin lugar a duda fortalecieron su capacidad de servicio, de ayuda, de solidaridad, fortaleciendo su formación integral. También como actores importantes estuvo la comunidad que apoyó la puesta en marcha del proyecto desde el principio, brindando apoyo con meriendas para los aprendices y alojamiento para los niños de la familia de Ana.

Es cierto que una vivienda adecuada proporciona estabilidad, seguridad y dignidad a las personas y las familias, lo que les permite desarrollarse plenamente y participar activamente en la vida social, económica y cultural de su comunidad, por eso, esta oportunidad que tenemos como entidad de cambiarle la vida a una familia de nuestro Departamento es maravillosa. Sin duda, este será el comienzo de una nueva historia de la familia Cortés, quienes las adversidades han hecho más fuertes y resilientes en cada momento.

“Es un día de felicidad para toda la familia SENA, porque convertimos lágrimas de tristeza en lágrimas de alegría para la señora Ana y toda su familia, quienes, en septiembre del año pasado, perdieron prácticamente su casa. Hoy 29 de abril, les devolvimos la alegría y esperanza de un techo, y como familia les dimos alegría y esperanza, gracias a nuestro Nodo de Construcción, a los aprendices e instructores, que convirtieron una tragedia en un momento mágico”, afirmó Jacqueline Rojas, directora del SENA Regional Atlántico.

Ana María Cortés, una mujer trabajadora y cabeza de un hogar amoroso, recibió con emoción el trabajo de más de 5 meses que el SENA regional Atlántico, en cabeza de sus increíbles aprendices ha realizado. “Hoy que veo lo que me ha regalado mi Dios, el SENA y todos los que me han apoyado, les digo que sí hay un Dios grande y que nos ama. Yo lloraba mucho, pero gracias al SENA, a mi líder Yarelis, tengo una felicidad inmensa, esta casa es una bendición para mí y mi familia”, expresó Cortés.

Sin duda, ha sido un proceso de aprendizaje para todos los que han trabajado días enteros para que Ana, sus hijas y nietos tengan una vivienda digna para crecer y atesorar momentos inolvidables, y Mildred Beltrán, coordinadora del Nodo de Construcción nos contó que: “ver las condiciones en las que esta familia vivía nos dio ánimos a todos para llevar a cabo el proceso, estábamos seguros de que como Nodo cumplíamos con todos los requisitos para lograrlo. Fue un reto gigante, pero una experiencia que alimentó el ser de los aprendices, instructores y demás personas que participaron”.

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