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Los ángeles de la pandemia (IV)

22 de septiembre de 2020. Una vez más, Barranquilla no registró fallecidos por COVID-19, según el último informe del Instituto Nacional de Salud. Han pasado seis meses desde que se declaró la emergencia sanitaria por el Coronavirus en Colombia.

Ya no hay aislamiento preventivo obligatorio. Ahora se habla de aislamiento selectivo y distanciamiento individual responsable decretado hasta el 30 de noviembre por el Gobierno Nacional.

Los casos de contagiados y muertos están disminuyendo. Y Barranquilla cada vez más intenta volver a la nueva normalidad en aparente calma con la reactivación de su economía. Pero aún no es momento del descanso.

“Nos preocupa que se relaje la gente porque no podrían adherirse a los problemas de protección personal tal como lo hizo como bien lo hizo lo ciudad que salió adelante en el manejo nuestro personal que hoy es nuestro principal activo que manejó con rigurosidad y fuerza la crisis. Ese personal debe mantener la guardia en la crisis”.

Ser el capitán de un barco que navegó en las aguas del mortal virus que le ha cobrado hasta la fecha a la ciudad 1.662 muertos, no ha sido nada fácil. Esa es la tarea que ha tenido que cumplir el también médico Humberto Mendoza, secretario de Salud del Distrito.

 

“Para disminuir la alta incentidumbre que tuvo, que tiene y que seguirá teniendo la pandemia del Covid, ese modelo está planteado en que se debían sortear expectativa de una alta ocupación de Unidades de Cuidados Intensivos y por eso educamos en cuanto al autocuidado de la salud y de la vida para pacientes de todas las edades”, explicó el funcionario.

Han sido intensos meses lidiando con 37.700 contagiados, denuncias, vacunas, camas, unidades de cuidados intensivos, ventiladores, agresiones, decisiones y los medios de comunicación implacables buscando explicaciones.

“La ciudad se dedicó también a manejar las noticias falsas que afectaban la asistencia de las personas a los servicios de salud: las malas percepciones y reservas e incluso ataques al personal de salud que logramos pasar al posicionar en la afenda pública como hoy que nuestros médicos son nuestros principales aliados”, añadió Mendoza.

Mientras a la fecha el trabajo arduo se ve reflejado en cifras como el incremento de la capacidad hospitalaria pasando de 411 a 669 Unidades de Cuidados Intensivos así como la recuperación del 93,1% de personas contagiadas con COVID-19 en el Distrito, para María Eugenia Quevedo, gestora institucional de la IPS Mi Red, la misión sigue.

“La parte clínica todo el tiempo siempre con los paciente luchando pero la administrativa también porque también queríamos demostrarles que el capitán del barco estaba aquí y acompañarlos para decirles que estamos aquí”, dijo la médico recordando todas las jornadas trabajando durante horas enteras.

Y es que sin esta madre de dos hijos, todo hubiera sido distinto: ha vivido de cerca los momentos de angustia no solo de los pacientes de Covid 19, también de los médicos, con quienes buscó además de la estrategia médica, humanizar la atención desde hacer videollamadas para unir al contagiado con sus familias hasta marcar con sus nombres sus overoles de bioseguridad.

“Llevábamos una vida normal pero en marzo comenzamos a vestir en pijamas y en tenis porque era más tiempo aquí, después en abril comenzamos a usar los tapabocas quirúrgicos, los gorros, los visores y el overol. Vimos que estábamos todos igualitos y decidimos humanizarnos: cogimos cintas y marcamos nuestros nombres en los uniformes para decirles a los pacientes que aquí estamos para lo que necesiten”, recordó Quevedo.

Revela que, mientras sus esfuerzos iban creciendo al ritmo de los contagios de la enfermedad que llegó a su máximo punto en la segunda y tercera semana de junio, el otro gran reto era frenar la desinformación y los ataques al personal médico.

“Nosotros dando todo lo mejor pero al principio fuimos amenazados y señalados por ser dueños de un supuesto cartel del Covid por el que decían que nos daban millones por cada paciente y cremación y al poner en práctica para que se pusieran en práctica los protocolos que daba el Instituto Nacional de Salud, era un problema más con la cultura de toda la ciudadanía, afortunadamente por ser el mismo criterio de todo el mundo se ha podido sacar las cosas adelante”, explicó.

Y no solo eso. Esta mujer lideró los más grandes procesos en medio de la atención por Coronavirus en el Camino Adelita de Char, el principal centro de recepción de pacientes de alta complejidad de los 43 de la red pública.

“Comenzamos con un aforo de 25 camas en el Camino Adelita de Char y terminamos con 78, pensamos de dónde las íbamos a sacar y ese era un papel que teníamos así como pensar en los ventiladores y apoyar todos los días a los pacientes: 24 horas, siete días a la semana”, añadió emocionada.

Ellos, esos profesionales de la salud, merecen todos los honores y reconocimientos al enfrentar no solo a un virus y poner a prueba sus vidas, lo han dado en los hospitales y sus propias vidas, se convirtieron en los ángeles de la pandemia.

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