Fedesarrollo indicó que Colombia ha logrado avances en cuanto a la mejora de la educación. Sin embargo, todavía quedan asuntos pendientes para saldar la deuda histórica que tiene el país en esta materia. Ante este propósito, la entidad emitió una serie de recomendaciones que en buena parte, permiten mejorar los problemas que hoy enfrentan los jóvenes en el mercado laboral.
Lo anterior, considerando que la deserción es un problema central del sistema educativo colombiano. De acuerdo con los datos suministrados por la entidad, en educación básica, «se estima que por cada 100 niños que entran a primero de primaria, solo 44 logran graduarse de bachillerato a tiempo. Además, de 100 graduados de bachillerato a nivel nacional, solo 39 logran acceder a educación superior».
Al mismo tiempo, señaló que para educación superior, la deserción es de 46% en lo que refiere a estudios universitarios y supera 50% para técnicos y tecnológicos. No obstante, lo más grave es que, mientras que la deserción en educación superior supera 70% para estratos 1 y 2, es menor al 10% para estudiantes de estratos 4, 5 y 6.
Fedesarrollo también indicó que aún persisten retos significativos tanto en educación inicial, donde la cobertura promedio es de 58%; como en educación media, donde hay un déficit de oferta en las zonas rurales y la cobertura es de apenas 45%, el valor más bajo en países latinoamericanos (46 puntos por debajo del promedio de la Ocde).
No obstante, la situación no es distinta para la educación superior. En este caso, si bien el país ha logrado triplicar la cobertura en dos décadas al pasar de 15% en 1996 a 53% en 2017, a partir de 2018 se ha observado un descenso paulatino de la cobertura.
Aun así, los avances en materia de cobertura tampoco se han traducido en una mejor calidad. La entidad, dirigida por Luis Fernando Mejía, citó los últimos resultados de las pruebas Pisa en 2018, los cuales indicaron que Colombia presentó una reducción de su desempeño con respecto a 2015 y una diferencia entre 80 y 100 puntos con respecto al promedio de la Ocde. Esto significa que un estudiante de 15 años en el país cuenta con 2,5 años menos de escolaridad con respecto a otro alumno promedio de la Ocde.
En calidad, Colombia no cuenta con un currículo oficial que sirva de guía para los establecimientos educativos oficiales, presente en la gran mayoría de países con sistemas educativos exitosos.
La ausencia de este marco de referencia genera mayor heterogeneidad en la calidad a nivel territorial y deja a discrecionalidad de cada establecimiento los contenidos básicos que se espera aprenda el estudiante. De los 100 mejores colegios, 97 son privados, lo que muestra una gran diferencia en calidad entre ambos tipos de oferta educativa.
Ante este diagnóstico de sector educativo, estas fueron las recomendaciones de la entidad:
La primera incluye plantear una hoja de ruta para avanzar hacia la universalización de la educación inicial. De acuerdo con el análisis de la entidad, esto permitiría garantizar acceso a dos millones de niños de 3 a 5 años (hacen falta unos 850.000 cupos) con una financiación entre $1,7 y $2,7 billones.
En segundo lugar, la entidad expresó la importancia de reducir la deserción escolar, generando mecanismos de búsqueda activa de niños que se encuentren por fuera del sistema educativo de básica y media, a través de un esquema de monitoreo a la cifra interanual, que al día de hoy, es inexistente en Colombia. En este caso, planteó la necesidad de un sistema preventivo, basando en inteligencia artificial para el seguimiento y monitoreo georreferenciado a los estudiantes que presenten un alto riesgo de abandonar sus estudios.
Los programas de ciencias sociales y humanas son los más financiados por el Icetex. También precisó sobre la pertinencia de rediseñar el modelo financiero del Icetex. El acceso a la educación superior no debe evaluarse desde una perspectiva financiera, sino como un servicio social al ser garantizado por el Estado. De ahí que su implementación deba migrar hacia la financiación contingente al ingreso y focalizarlo en programas que presenten una tasa interna de retorno positiva.


