Samira Castro, quien es oriunda de Sabanalarga, Atlántico, y residente en Mocoa, Putumayo, denunció que es precaria la situación sanitaria y ambiental en esa ciudad, devastada por la avalancha del pasado sábado.
Contó que hay malos olores en la zona de la tragedia, porque todavía hay cadáveres atrapados entre los escombros de las edificaciones destruidas, piedras y lodo.
La atlanticense dijo que no se tomaron las acciones de prevención del desastre pese a que se había advertido de esa posibilidad.
Denunció además que la maquinaria que hay en labores de remoción es insuficiente para atender la magnitud del desastre.
La mujer dijo que la ciudad está paralizada, reina la incertidumbre, los colegios están habilitados como albergues, no hay agua, energía, alimentos ni vestuario para los damnificados.
Castro recordó que la noche de la tragedia se encontraba muy cerca del epicentro y tuvo inconvenientes para trasladarse a su casa.
Ya desde su lugar de residencia, sentía que “la tierra temblaba” y se escuchaba “el rugir como de mil leones”, al paso de la avalancha.